Paella en el vuelo 202 de "Glasgos" a Mallorca






Para que luego digan que el servicio de las compañías aéreas no es bueno. A la hora de la salida, en punto, todo el pasaje estaba dispuesto para el despegue. Un magnífico avión a chorro estaba dispuesto en la cabecera de la pista para llevar a los distinguidos turistas de "Glasgos" a Mallorca. Una vez revisados los billetes, el comandante de vuelo (Manolo Entrenubes) explicó a los pasajeros el plan de vuelo: viajar en línea recta, despacito, evitar los baches,llevar el DNI en la boca por si acaso y proporcionar bolsas para los efectos del mareo.
La señorita azafata (Angelitas Altovuela) ataviada con su elegante uniforme y en cuatro o cinco idiomas por lo menos, informó a los usuarios del vuelo como deberían de proceder en caso de algún incidente (nº de móvil del Angel de la Guarda). Una vez revisados los cinturones de seguridad, el gasoil del aparato, el papel higiénico del aseo, los remaches de las alas, el cerrojo de la puerta y la presión de las ruedas se inició el viaje.
A los diez minutos de vuelo, los pasajero de "Glasgos" a Mallorca, fueron agasajados con una auténtica paella de arroz para chuparse los dedos. El cocinero Marguiñano Perolas se esforzó y le volvió a salir de bandera y el aliciente de ser la segunda paella nocturna que se "ventila" la peña. Al llegar a su destino, los pasajeros fueron despedidos por la tripulación y fueron obsequiados con un vale para canjear por una ensaimada y un tarro de sobrasada mallorquina en la carnicería de la Familia Piernas.

Comentarios