El día de Andalucía, ha sido el elegido para ver la Torre de Santiso, con una aire que cortaba, hemos ido desde el bancal a la torre. De origen cristiano, prácticamente destruida, entre un olivar, hay que hacer un esfuerzo de imaginación para adivinar lo que fue. Más de quinientos años han pasado sobre ella, y los olivos y el camino cercano son sus últimos y únicos compañeros. Los socios, como viene ocurriendo con otras torres que hemos visto, se asombran de ver el lamentable estado de las mismas. Las latas y los vidrios cubren los centenarios restos de estas construcciones, que de seguir así desaparecerán definitivamente. Simbólicamente nos hemos llevado todas las latas que hemos podido, pero aún quedan muchas más. Alguien debería tomar buena cuenta. La torre de Santiso es un ejemplo de lo que no debe ser, una ruina total.
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