Salimos desde la
Venta de Vicario, inmediatamente nos adentramos en el
Barranco de la Fonfria, a su paso por la
Venta del Baul. Este lugar nos trae viejos recuerdos de cuando pasábamos por el estrecho puente camino de Granada en la "Autedia", pero bueno eso son "agüelorios" que no vienen al caso. Subimos por el arroyo, por el que discurre una abundante y sonora agua cristalina, lo que nos obliga a saltarlo a un lado y a otro, unas veces "metiendo la pata" y otras veces haciendo equilibrio para no caer enteros. Yo creo que Cayetano, el perro de Jesús, si fuera más humano se reiría de ver las piruetas que íbamos realizando. Poco a poco ascendemos hasta la Fábrica de Pardo, donde abandonamos el barranco original para coger a la izquierda uno nuevo por el que discurre un pequeño sendero, fácil de identificar, y que a tramos más o menos difíciles, y tras una hora de ascenso nos adentra en un espeso monte en el que nos encontramos con el
Pino de la Señora. Está sobre un pequeño prado, rodeado de pinos más bajos, pero es impresionante. Fuimos necesarios seis andarines para abarcarlo, y cuando mirábamos hacia arriba, parecía un gigante con los brazos abiertos, y nosotros liliputienses. Después de las fotos de rigor, iniciamos el descenso, esta vez "como balas" hasta llegar de nuevo al barranco de la Fonfría. En esta ocasión, decidimos bajar por el sendero que parte de la margen izquierda del mismo y que asciende alejándose del cauce hasta llegar al
Cortijo del Corvo. Un camino más árido y más largo, pero más fácil para andar que el anterior, nos llevó de vuelta a la Venta de Vicario. En definitiva, el primero de la serie de
árboles espectaculares que queremos visitar, un paseo imprescindible para los amantes de la sierra y del contacto con la naturaleza, con un premio único, el Pino de la Señora.
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