Ni el aire, ni los senderos en cuesta, ni el timbre del despertador un domingo a las ocho de la mañana puede con este grupo de andarines de A las dos en el abrevadero. Hoy tocaba sierra, mejor dicho nuestra Sierra, con mayúsculas. A veces se nos olvida que para hace senderos espectaculares, en plena naturaleza, con los atractivos propios de un envidiable entorno natural, no tenemos nada más que coger nuestro coche, hacer cuarenta o cincuenta minutos y adentrarnos en el corazón de nuestra sierra. Hemos comenzado el sendero en Floranes, sobre el Arroyo de Bodurria, dejando pasar otros dos senderos que llevan al Cortijo del Tío Capote y a Cerro Panizo. Nuestro destino era Arredondo, a cinco o seis kilómetros del inicio, y nada más salir el Calar de Rapa nos ha dado los "buenos días".
Enormes encinas, pronuncidas riscas donde algunas "cabrillas" se han subido,... y eso que le tienen miedo a las alturas, la antigua fundición de plomo llamada la "Fabriquilla", el Cortijo de Peñarroya, y un largo etc. de motivos que nos han hecho olvidar el aire que atravesaba nuestras prendas de abrigo. Así poco a poco, por un sendero que lo mismo subía que bajaba, hemos llegado a Arredondo, situado en un enclave inmejorable, con las características de un gran cortijo serrano, secuoya incluída. Estábamos deseando reponer fuerzas, y acomodándonos en el carasol hemos sacado el "tentempié" y la bota con el "aquaríus" para dar algo de calorcillo a nuestros fríos cuerpos. Desde ahí, la vuelta ha sido un "sinsentir", las innumerables conversaciones han hecho ameno el camino, y cuando hemos querido darnos cuenta, estábamos en el punto de partida. Total, unos doce kilometrillos serranos que han concluído con esa merecida cerveza en el Can Mari, eso sí, como siempre, brindando por la "ruta conseguida"..... A las dos en el Abrevadero.
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