Falta el que hace la foto,...yo. |
Ayer cumplimos un deseo que llevábamos tiempo preparando y que suponía una experiencia motivadora para nuestro grupo de andarines A LAS DOS EN EL ABREVADERO. Se trataba de afrontar el reto de recorrer el Caminito del Rey, en los municipios de Álora y Ardales en la provincia de Málaga. Las impresionantes gargantas abiertas por el río Guadalhorce en las calizas y dolomías jurásicas, a través del Desfiladero de los Gaitanes, con alturas de hasta 300 metros y en algunos casos anchuras menores a 10 metros hacen de este sendero una experiencia inolvidable.
Un grupo de
cuarenta andarines nos atrevimos a meternos en el cuerpo cuatro horas de
autobús en cada sentido con un agradable ambiente, que hizo que incluso el
viaje formara parte de este día de diversión y aventura. Las tortas de Doblas,
los chupitos de anís el Mono y las bromas sobre lo que nos esperaba, aliviaron
la distancia, y así poco a poco llegamos a nuestro destino. Aunque la niebla
inicial hizo pensar que nos perderíamos algo de su atractivo, pronto “levantó”
pensando quizá que no nos merecíamos ir desde tan lejos para perdernos tantos
detalles espectaculares. El recorrido discurre por una pasarela colgada, como
he dicho a muchos metros de altura, que intimida en un principio, y hace pensar
que el vértigo se va a apoderar de nosotros, pero al final no es así. La
excelente construcción infunde confianza al caminante desde el primer momento,
y rápidamente dejamos a un lado los temores, para centrarnos en el disfrute de
ese paisaje único que nos hace recorrer más de siete kilómetros totalmente a “vista
de pájaro”. En este caso la expresión es acertada porque hubo lugares en que
los buitres leonados de las cumbres volaban casi a nuestra altura, provocando algún
cachondeo entre nosotros, pensando que
estaban contando con alguno de nosotros para un suculento banquete de sábado,
jejeje.
Las
fotografías no pueden recoger las múltiples sensaciones que ofrece el
recorrido, pero salvo casos muy excepcionales, éste está al alcance de
cualquiera, no requiere una formación física especial, así que animamos a todo
aquel que quiera o pueda a que lo intente. Para finalizar la jornada, uno de
los muchos restaurantes de la zona nos ofreció toda la cerveza y el vino que
nuestras gargantas demandaban para pasar definitivamente el “mal trago” y
celebrar así otro de los retos de nuestro grupo de andarines, así que conseguimos
una vez más dos cosas, estar A LAS DOS (más o menos) EN EL ABREVADERO y poder
decir “a boca llena”: Caminito del Rey, …..conseguido.
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