Rutas por la comarca de Baza: Cuesta de Juan Ramón Jiménez y Barranco del Chopo


Impresionante vista de Baza desde la altura


A veces no hay que ir muy lejos para hacer una ruta exigente, variada, con excelentes paisajes, y llena de sorpresas. Eso es lo que ha ocurrido hoy con la ruta realizada por nuestro grupo de senderistas. Desde hace tiempo "bauticé" a la dura cuesta que arranca cerca del restaurante de las Siete Fuentes como la cuesta de Juan Ramón Jiménez, en memoria de nuestro insigne poeta andaluz, quizá por la belleza de las vistas que desde ella se divisan una vez que la has coronado o por las sensaciones tan diversas que te produce poner el cuerpo "a cien" sobre todo cuando intentas subirla corriendo como a mí me ha sucedido en más de una ocasión. Bueno, poemas aparte, como decía al principio la ruta la catalogué como "moderada" pero hay que "subirle un par de puntos" porque se ha convertido en exigente, tanto en la subida como en la bajada. Una vez que hemos ascendido a la falda de nuestra Sierra  llegado al cortijo de la Calera Blanca, nos hemos permitido descansar un poco ante semejante paisaje en esta mañana fría de enero bastetano. 

Caminando sobre hielo


Desde ahí, se inicia el descenso buscando el barranco del Chopo que luego dará lugar a la rambla que lleva su nombre. Digo barranco porque se estrecha el el cauce entre formaciones rocosas que en ocasiones nos recuerdan el Torcal de Antequera o la Ciudad Encantada de Cuenca, porque salvando las distancias como es lógico, nos ofrecen unas figuras redondeadas que llaman la atención al atrevido andarín que llegue hasta ellas. Lo más llamativo de la historia es que en línea recta estamos a muy pocos kilómetros de la "Plaza Mayor" y tenemos la sensación de estar perdidos en el bosque más lejano de nuestra geografía. Hemos tenido que descender con mucho cuidado debido a la presencia de hielo en las zonas sombreadas que hacían muy resbaladizo el terreno. Por último, con la vista de Baza otra vez ante nuestros ojos, hemos hecho un verdadero ejercicio de escalada/descenso entre las rocas para de nuevo pisar suelo seguro. Con la respiración contenida en más de una ocasión, y acordándonos de senderistas que hoy no nos acompañaban pero que no son muy amantes de las alturas, hemos llegado a tierra firme y desde ahí "como una bala" al abrevadero, donde un par de cervezas para brindar por la esforzada ruta, han puesto fin a esta bonita mañana. Una ruta más para repetir y que se incorpora como de cinco estrellas en el catálogo de A las dos en el abrevadero.




Un paso difícil, pero superado.

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